VITAMINA C

Cuando hablamos de vitamina C,  nos viene rápidamente a la mente el biólogo molecular Linus Pauling, dos veces premio Nobel (1954 el de Química y 1962 el de la Paz).

La historia de Linus, como muchas otras, empezó por casualidad. Linus padecía de muchas rinitis, resfriados, siempre debía ir con el pañuelo en la nariz. Un día un amigo químico le dio vitamina C y le desapareció su rinorrea continua.

Se preguntó el porqué, y vió que nadie había investigado cuál era la dosis de vitamina C que debía tomar una persona para tener un estado de salud óptima, sólo se había averiguado las cantidades mínimas para no enfermar, lo que todos conocemos como CDR (cantidad diaria recomendada).

La vitamina C es esencial sólo en algunos seres vivos, los seres humanos no la sintetizamos por eso necesitamos consumir esta vitamina. En nuestra alimentación moderna, la cantidad de vitaminas que estamos incorporando en nuestra dieta se ha ido reduciendo, por la manipulación industrial de los alimentos.

Linus siguió investigando porque pensó que la base de muchas enfermedades podría estar en un desequilibrio de estas vitaminas en nuestro cuerpo. Sus planteamientos se recogen en sus libros “Vitamina C y resfriado común”, “Cáncer y vitamina C”, “Cómo vivir más y sentirse mejor”.

En ellos defiende la toma de grandes dosis de vitamina C, vitamina E y las del complejo B, así como minerales que contrarrestan la oxidación y que son los causantes del envejecimiento.

Tener dosis adecuadas de esta vitamina en nuestro organismo es muy importante, ya que es necesaria para:

  • La síntesis de colágeno, proteoglucanos y otros constituyentes orgánicos de la matriz celular en tejidos como los dientes, los huesos, los ligamentos, la piel y el endotelio capilar.
  • Interviene en la síntesis del neurotransmisor norepinefrina (noradrenalina). Un incremento de norepinefrina incrementa el ritmo de las contracciones cardíacas. Actúa como hormona del estrés, y afecta al estado de ánimo.
  • La síntesis de Carnitina, esencial para el transporte de las grasas al interior de las células (mitocondrias), donde esta grasa se convierte en energía.
  • Protección del daño de radicales libres en nuestro ADN y ARN.
  • Participa en la conversión de los aminoácidos en sustancias necesarias para el funcionamiento de los nervios.
  • El metabolismo del calcio.
  • Desintoxica el organismo de sustancias como: plomo, cadmio, cobre, arsénico, DDT, mercurio y otros venenos ambientales.
  • Combate las infecciones bacterianas y virales, reduciendo los efectos sobre el organismo de algunas sustancias productoras de alergia. Actúa como antihistamínico en la prevención de reacciones alérgicas.
  • Protege de ciertas sustancias cancerígenas como las nitrosaminas.
  • Promueve el mantenimiento de los órganos sexuales sanos.
  • Fortalece el sistema inmunológico.

Según publica el Instituto Linus:

  • Ingestas bajas o deficientes de vitamina C se asocian a un riesgo aumentado de enfermedades cardiovasculares.
  • En un Estudio de Salud de Enfermeras, vieron que mujeres premenopáusicas que tenían un historial familiar de cáncer de mama, al consumir un promedio de 205mg/día de vitamina C de los alimentos, se reducía en un 63% el riesgo de padecer cáncer de mama en comparación con aquellas mujeres que consumían un promedio de 70mg/día. En Suecia, se vió que mujeres con sobrepeso que consumían un promedio de 110mg/día de vitamina C tenían un 39% de riesgo más bajo de tener cáncer mamario que aquellas que consumían 31mg/día.

También se ha podido comprobar que una ingesta mayor de vitamina C se asocia a un riesgo disminuido de cáncer estomacal y que los experimentos de laboratorio indican que la vitamina C inhibe la formación de compuestos carcinógenos en el estómago.

Además de esta información en su página se puede encontrar la relación de esta vitamina con: el accidente cerebrovascular, cataratas, gota, toxicidad del plomo, papel en el sistema inmune, enfermedades cardiovasculares, hipertensión arterial, Diabetes Mellitus, resfriado común.

Vitamina C y cáncer.

En la Universidad de Kansas pudieron comprobar que cuando se administra de forma inyectada, el cuerpo absorbe la vitamina C pudiendo matar células cancerígenas sin dañar las células sanas.

Los investigadores realizaron las pruebas en laboratorio de células cancerígenas de ovario en ratones y en humanos. La vitamina C administrada directamente ayudó a matar a las células cancerígenas, al mismo tiempo que dejaba indemnes a las células sanas. En ratones funcionó conjuntamente con quimioterapia reduciendo el ritmo del crecimiento del tumor, y en humanos vieron que el resultado era la disminución de efectos secundarios de la quimioterapia.

La vitamina C bloquea la creación de nitrosaminas, un carcinógeno que se puede encontrar en las carnes ahumadas y curadas, como el jamón serrano. En este caso, se utiliza la vitamina C para prevenir el cáncer de estómago y a lo largo del tracto gastrointestinal, que provoca el abuso de esta sustancia.

Según Howe, G.R  cols., Journal of the National Cancer Institute, 1990; 82: 561-569, el consumo de cantidades óptimas de vitamina C puede prevenir el cáncer de pecho, el cáncer cervical y los cambios celulares precancerosos conocidos como displasia cervical. Una ingesta baja incrementa el riesgo de padecer cáncer pancreático.

Hay investigaciones que han demostrado que tiene un papel preventivo en el cáncer de colon, vejiga, endometrial y esofágico. Se han hecho 88 estudios de población en la que se ha demostrado este efecto protector (Block., G, Epidemiology, 1992; 3(3): 189-191).

Susagna Muns
Naturópata – Homeópata

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